Soy todo lo que viví y el resto de lo que fui lo aprendi con el tiempo. Se que soy lo que sueño. Aprendí de vivir, de borrar, de escribir, de tocar el cielo y de caer con ganas de volver. Aprendí de llorar, de reir, de soñar, de ir al fin de mundo y regresar con ganas de volar. Aprendí de latir, de querer y de seguir libre.
viernes, 7 de septiembre de 2012
¿Qué hacemos hoy para que sea un gran día? ¿Siempre tiene que ocurrir algo espectacular para que sea un gran día? ¿O un gran día se puede hacer de pequeños momentos? ¿Depende sólo de nosotros ese gran día? No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. No levantarse con el pie izquierdo, dicen. ¿Alcanza desear un gran día para tenerlo? Un gran día, o un pésimo día. No tiene muchas recetas, tal vez una: está hecho de decisiones. De buenas y de malas decisiones. No sólo propias, también ajenas. Pero no de grandes decisiones, sino de esos pequeños gestos que nos hacen grandes. Un gesto de amor puede hacer que ese día sea no un día más, sino un gran día. Aunque no todo está en nuestras manos. Un gran día para algunos puede ser trágico para otros. Igual, para mí, un gran día no es el que está hecho de grandes hazañas y conquistas. Un gran día está hecho de pequeñas cosas: de una palabra de aliento, de una sonrisa, de una mirada... y también de una ausencia.
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